Es una empresa sin ánimo de lucro. No reparte beneficios, sino que invertimos todo el capital en la propia empresa, en una solidaridad creciente, confiada, gozosa. Desde estos valores y con base en nuestra experiencia, apoyamos el emprendimiento social, contribuimos a la sostenibilidad de obras sociales y entidades sin ánimo de lucro y realizamos proyectos de consultoría en el campo del Desarrollo Económico Regional.
Somos un equipo multidisciplinar que abordamos los proyectos con una visión integral, ágil de servicio al cliente y con valores
Siendo la riqueza fundante de ser en donación, nuestra aparición, permanencia y despliegue nos hace destino de trabajo, de creación. El acontecimiento del vivir surge como generosidad. Lo que somos subsiste en el modo de ser que somos, en el darse, trascenderse en un continuo emprendernos hasta el extremo de surgir en una radical interacción. La alteridad nos constituye en reciprocidad e interactividad. Soy yo enteramente direccionado hacia lo otro, el otro, el mundo, la historia. Mi hoy se hunde en el ayer que me destina a alumbrar y cuidar el futuro propio, de los otros y de la historia. La riqueza originaria que somos nos prende en conciencia de posibilidad, necesidad y potencialidad emprendedora. El emprendimiento, dinamismo configurador existencial, destino humanizador, responsabilidad e imperativo de dignidad en creciente conciencia de singularidad vocacional por trascendencia relacional con el pasado, con el presente y con el futuro. Nuestro emprendimiento nos hunde en búsqueda apasionada de lo más real, posible y comunional, social, en una creciente experiencia de un mundo una humanidad, un futuro a compartir, crear y gozar. Crear, compartir, sufrir y gozar.
El don nos trabaja en donación. Lo que gratis habéis recibido dadlo gratis. Cinco talentos se me han dado, he aquí otros cinco. La temporalidad, acrecentamiento del ser, capital desplegante de creatividad, sensibilidad y posibilidad. Emerger en emprendimiento como permanente origen. La libertad de fundamentar la existencia, la sociedad, la productividad. Desde la comprensión, el conocimiento más crítico, potenciado, nuestra empresa se sustenta una incesante motivación. La persona afirma la prioridad y la ultimidad del querer. La persona, la sociedad, palabra, alumbramiento de lo posible en comunicación experiencia. Tratad a los demás como queréis que os traten a vosotros. Lo propio el punto donde hemos llegado, nos marca la dirección. Lo singular, proyección, apertura y acogida al misterio inefable del otro. En la persona se corporalita el potencial emprendedor humanizador.
Conlleva un talante anticipador, profético, afronte crítico de lo existente en el alumbramiento del tiempo como oportunidad, riesgo, determinación, consagración. El emprendimiento no es propiamente tarea, circunstancia, préstamo. Si dejar de serlo, ante todo lo definimos como audacia, discernimiento de lo posible y lo mejor, escucha al grito y al gemido en el que se debate la realidad en dolores de parto por su propio futuro. Pues lo que existe, existe en un anhelo de perpetuarse, trascendiéndose y arriesgándose a hacer existir lo que no existe, desde aquello que ya existe y nos sustenta. Una temporalidad en re dimensión permanente, afianzando el presente en un conato de futuro y de esperanza. Nos es esencial el riesgo, la creación y la promesa de otra tierra. Dichosos los que trabajan, porque ellos heredarán la tierra. Nuestro emprendimiento es anhelo de alumbramiento de otra tierra. Aquí, hoy, contigo, con vosotros, con todos. El emprendimiento como vocación es la valentía de afirmar el hoy como trance y oportunidad de futuro, de otra sociedad, de otra tierra.
Sal de tu tierra nativa y de la casa de tu padre, a la casa que te mostraré. Emprendedor por creyente. Nos esperaba la ciudad construida sobre cimientos cuyo arquitecto y constructor es Dios. Nuestro emprendimiento es seguimiento. Emprendedores de una inmensa empresa, aquella que surgió en el origen mismo del existir humano, de la historia. En el pasado que nos precede y nos fundamenta, nos arraiga en ese sustrato existencial, humano en el que el mismo Espíritu trabaja, viene en ayuda de la fragilidad, de la debilidad que somos. Bebemos en manantiales existenciales que vienen de lejos y nos llevan hacia las fuentes de la salvación. Nos sentimos guiados, encendidos en la pasión del hijo del hombre por alumbrar la humanidad definitiva. El cordero los apacentará y los llevará a las fuentes de la vida y Dios enjugará las lágrimas de sus ojos. Pertenecemos a la raza de los emprendedores, el pueblo que grita, anhela y espera. La salvación, la vida y un futuro de comunión, reconciliación y solidaridad radical.
Emprender es intervenir, acción, presteza. Vende cuanto tienes y dáselo a los pobres. Tú ven y sígueme. Despojo por especialización, por liberación que nos consagra en acción, sabiduría creadora, búsqueda de lo mejor, osadía que afronta la realidad como propia. Es aceptabilidad que me hace empatía, encarnación, proximidad vinculante. Nuestro emprendimiento nos adentra en la espesura de la existencial dad, compartiendo más y más su destino y su sentimiento y conciencia. Liberación, comprensión, misericordia, humanidad. Dadles vosotros de comer. Yo, nosotras/os, vosotras/os. Emprender será concienciar, encender dimensiones de posibilidad, abrir sendas que propicien una dignidad, confianza, autonomía, libertad crecientes. Generar niveles de capacitación, acción, intervención, de conciencia, condición humana solidaria social y política.
Como Pobres y Humildes en Vocación de Iglesia Profecía de Esperanza nos consagra prioritaria y preferentemente en la comprensión, en el conocimiento de la realidad desde una opción de escucha y entrega a la voz de lo gimiente y sufriente, humillado. Un conocimiento que nos requiere en un permanente y generoso trabajo de pensamiento, conciencia y búsqueda de lo propio, originario y más real. Pertenece a nuestro genio empresarial descender al gemido y anhelo, al grito y al deseo más íntimos de lo singular de las personas, de las situaciones, de los contextos tanto sociales, culturales, políticos, económicos y religiosos. Ay de mí si no evangelizare, si no llego a anunciar la buena nueva del reino desde una existencialidad en permanente trance y lucha por ser. Emprendemos desde un empeño generoso de comprensión última de la realidad desde su existencialidad carnal más concreta, encarnatoria.
Nos sentimos interpelados/as a afrontar niveles de orientación, discernimiento, educación, formación en todas las artes y dimensiones existenciales. Nuestra acción quiere ser sabiduría y ofrenda rompedora de sendas y sustentadora de procesos, solidarizándonos en un cuidado que nos consagre en encarnación del reino que está llegando.
Nos consagra en una actualidad del tiempo como hoy. Nuestra empresa afronta la existencialidad en el hoy personal y grupal, en vivencia del tiempo como propio, decisivo, determinante. Confiándose el futuro a este hoy del trabajo que nos requiere, que nos solicita en una permanente capacitación, escucha, diálogo y apertura a la inmensa creatividad en la que avanza, se sustenta y se abre la realidad al mañana, al futuro, en una creciente apelación a las dimensiones existenciales, ontológicas, éticas y de futuro abierto, solidario y esperanzador. Cada vez más nos comprendemos en una travesía arriesgada, afrontando la complejidad creciente de la sociedad de las dimensiones configuradoras de lo humano, en una incertidumbre creciente, tanto a nivel laboral, social, política, económica o religiosa, en la inmensidad del tiempo precisamos encontrarnos en emprendimiento del propio tiempo, en su significatividad sustentadora, alumbradora de futuro. El trabajo nos configura en una fraternización solidaria, relacional, plural, humanizadora. El fundamento vocacional en nuestra empresa nos solicita en una tremenda creadora del propio trabajo, así como en lugar de referencia que llega a constituirnos en la pluralidad creciente de alternativas, posibilidades y lugares.
Nuestra empresa emerge en vívida conciencia del llamado. Tú eres mi hijo, yo te he engendrado hoy. Yo seré para él un padre, él será para mí un hijo. Nuestra empresa surge desde el don del que se me ha dicho. La voz que he oído es un destino singular propio de vocación, que me determina a emprender, a realizar la empresa a la que me envía y me manda. La empresa en nosotras/os es alguien, soy yo, eres tú, somos nosotras/os. Se sustenta en la intervención, en la llamada, en la acción de un tú sobre mi yo, sobre nosotros/as. De este modo nuestra empresa no es alienación, sino vocación, lo quiero, lo haré, es mío, es nuestro, para esto he nacido, a esto he sido destinado. Nuestra empresa se sustenta en una estructura de interpelación, diálogo, escucha mutua, discernimiento, en búsqueda de la verdad mayor, de la posibilidad mayor.
De este modo la estructura fundante de nuestra empresa, emergiendo de la persona vocacionada se fundamenta en un nosotros eclesial, vocacional. De ahí que la empresa de Pohuvipre pertenece a la propia identidad vocacional del reino. De este modo nuestra empresa procede, se nutre, se encuentra en una conversión radical a su llamada y a la concretez, al envío, a la acción, a la carne. Una de las originalidades constituyentes de nuestro emprendimiento es ese venir y traer el misterio de lo real en llamada singular, en destino comunional y en imperativo de lo concreto, de lo real, del trabajo, de la carne, de lo más real, más posible, más gimiente, más crítico. Este emprendimiento está así en permanente trance de gestación desde fondos vocacionales, eclesiales desde el realismo de la inmensidad que nos rodea, nos reclama, nos solicita, nos juzga y nos humilla.
Precisamente ese origen vocacional, singular de la empresa nos demanda en una corporalidad existencial, situacional, social, allí donde hemos sido enviados, allí tenemos que ser carne empresarial. La estructura fundante de nuestro emprendimiento es así lo vocacional comunional, del lugar, de la situación y del grito de lo que hiere nuestro oído, nuestra carne, lo próximo, vinculante, aquella palabra que hemos palpado con nuestras manos, estamos viendo con nuestros ojos, aquello que nos rodea, envuelve, solicitándonos vocacionalmente, creadoramente, emprededoramente. Este núcleo empresarial, comunitario, familiar y personal incluso fuerza a una actividad irrenunciable. La familia constituye una tremenda empresa, el mundo de relaciones, la situación social compartida, el enclave cultural, el sentimiento de pueblo en el que estamos enraizados y a la vez abierto y compartiendo toda la pluralidad de la alteridad abierta a la inmensidad de lo humano y al grito de lo humillado que no teme a quien acuda en socorro de su clamor.
Kemen emerge como instancia empresarial, eclesial, en voluntad de recoger, valorar, discernir, potenciar, desplegar el emprendimiento de cada lugar, obra social, fundación, asociación, en despliegue generoso creador de humanidad que realiza cada comunidad, familia. En esa misión radical de acogida, discernimiento y potenciación de nuestros emprendimientos singulares, Kemen está destinado a generar la interrelación, comunión, solidaridad entre los emprendimientos que surgen desde esa vocación de Iglesia que somos, discernimiento de lo global, la búsqueda de áreas y servicios compartidos en los diferentes emprendimientos, seguimiento permanente y concreto con cada obra social y la totalidad empresarial. Muy próximo al Convenio Kemen, con función propia está la comisión de lo social en la que confluye y converge toda la riqueza y complejidad empresarial como discernimiento, asesoramiento y apertura de horizontes, posibilidades. La instancia del Consejo de Pohuvipre constituye desde la asamblea de la Asociación el soporte alentador, discernidor, sustentador y direccional de todo el dinamismo empresarial de Pohuvipre.
Nuestro emprendimiento está en permanente relacionalidad, diálogo, apertura e integración de los emprendimientos que emergen en despliegue cuasi infinito de áreas, dimensiones, perfiles. Nuestra misma originalidad emprendedora nos lanza a una apertura radical, nos requiere en una actitud de escucha y aprendizaje, de cooperación y ayuda mutua: Sentimos desde el mismo don en el que nos concienciamos y nos ofrecemos esa vocación, donación, gratuidad. Somos conscientes de que la inmensidad de lo que se nos ha entregado nos hace destino de ofrenda, gratuidad, nos configura una transitividad fecunda, abierta, confiada y a la vez crítica y discernida. Somos conscientes de que el don está generosamente entregado en una relacionalidad mutua, mas este destino nos reclama en un celo por lo propio. Como afirma el Señor: no cedo mi gloria a nadie. Conscientes de la profundidad de gracia que se nos ha confiado a nuestra fragilidad suplicamos día y noche el discernimiento del Espíritu, para que probando lo bueno, nos quedarnos con lo mejor.
.Nuestro emprendimiento como POHUVIPRE es el don de ofrendarnos destino de kénosis, de humillación, de entrega, de ofrenda radical y ahí nada retengamos para podernos entregar totalmente a aquel que por nosotros se ha hecho pobre para enriquecernos con su pobreza. Nuestra opción empresarial es destino de pobres y humildes. Por eso, una empresa sin ánimo de lucro.
Invertimos todo el capital en la propia empresa, en una solidaridad creciente, confiada, gozosa. No os preocupéis con qué os vais a vestir, qué vais a comer Sabe vuesro padre del cielo lo que os hace falta, buscad el reino de Dios y su justicia y todo lo demás se os dará por añadidura. Comprendemos como lógica empresarial de POHUVIPRE generar un fondo común, un capital que nos posibilita. Dad en justicia a los que les pertenece. Este fondo común clama por una instancia de un sustentamiento propio económico, básico, llámese con el nombre que se le quiera dar.